lunes, 29 de mayo de 2006

Yo, Dolor

¿Nunca os a sucedido que un dolor gigante inunda el corazón, y que hasta duele respirar? Una amargura constante, una sensación permanente, como una sombra a la espalda siempre vigilante de mis pasos y pensamientos. Como si cada vez que doy un paso u ocupo una neurona para pensar se me viene a la mente aquella situación y todo el progreso de olvido que pude haber tenido se va lejos y hay que reiniciar todo de nuevo. Es agotador, tanto para la mente como para la acción. De a poco vas cambiando y lo peor es que uno no lo nota, es el resto el que lo hace y cuando te lo hacen saber es aun mas chocante. Es todo un reto llevan un día normal sin tener que pensar que tal vez mañana nada sea igual y que la vida como la conocías puede variar en solo 2 segundos. Y es mentira eso de que el tiempo borra todas las heridas, por que a pasado buen tiempo desde que se acabó el peligro reinante, pero aun así no me puedo sacar la espina clava al corazón, realmente no puedo, no dejo de darle vueltas e imaginar algún terrible suceso que desplome todas mis ilusiones. Y hablo de cosas importantes, no de banalidades que afectan el día a día, cosas que se meten por tu cabeza, pasean por tus sentidos y se refugian el tu corazón.

Por que son las heridas del alma las que dejan huella, no las que se hacen en un estuche temporal. Las experiencias con que uno se nutre día a día son las que van dejando una marca en las personas. Algunas poseen más que otras pero no las hacen menos significativas. Todo el mundo sufre y es normal pero no es fácil de llevar. Me pregunto si a veces las personas se miran, sin siquiera conocerse, y piensan como será la vida del otro. Si estará trabajando, si tendrá problemas graves, si tiene alguna pena que lo aqueja o si necesita de alguna compañía. Los seres humanos somos seres egoístas, otra vez es algo innato, por que preferimos mil veces proteger lo nuestro que ayudar a un desconocido. Muchas veces no sabemos con quien nos sentamos al lado, ni siquiera les dedicamos un segundo de atención. Si hiciéramos lo contrario, tal vez y solo tal vez podríamos cambiar la perspectiva. Tal vez podríamos encontrar una buena compañía que aplaque un poco el dolor, que nos dedique un gesto amable o nos acompañe a sentir, en definitiva a Ser.

Por mucho que desee olvidar y dejar pasar ciertas cosas, no se puede tapar el sol con un dedo y aun que lo intente, algún día me cansaría y terminaría absolutamente extenuada. Las experiencias, buenas y malas, dejan una consecuencia de la cual aprender. En mi caso, prefiero darle tiempo al tiempo y aprovechar todo aquel que esté en mis manos. Para eso está la esperanza y prefiero aferrarme eternamente a ella.